Sharkwater

Lucía Santiago Dantes
Viernes 30 de marzo, 2007.
El Kiosko Magazine

El Kiosko Magazine De Sharkwater se escuchan cosas malas y cosas buenas. Por un lado tenemos que Rob steward, su director, camarógrafo y protagonista es criticado precisamente por el alto egocentrismo al momento de contar la historia. Por otro, el mensaje tiene demasiado peso para hacerlo a un lado. Según cuenta el mismo Steward, este documental tardo 5 años en realizarlo ya que la idea principal fue hacer un sencillo documental marino y durante su filmación se topó con una problemática muy complicada. El documental inicia con una reflexión de cómo los medios masivos de comunicación han hecho ver al tiburón como un asesino de los mares, cuando en realidad son ellos los que deben estar atemorizados de nosotros. Y no es para menos, la caza y pesca de tiburones es tan grande que han diezmado su población en un 90%, así es, el tiburón esta en peligro de extinción. Pronto el documental señala que si no se hace algo, las consecuencias podrían ser desastrosas, pues su desaparición provocaría un desajuste en la cadena alimenticia marina, que a su vez es la que produce en gran parte el oxigeno que respiramos en nuestro planeta. Steward y compañía, buscaban encontrar pruebas y una razón lógica de por qué los tiburones se están extinguiendo, y así llegan a Costa Rica, donde se topan con una verdadera mafia donde se practica la pesca ilegal de tiburones en este país para mandarlos a China donde es consumido. Steward se une al ambientalista Paul Watson, uno de los fundadores de Greenpeace, actualmente desconectado con ésta y socio y fundadodor de The Sea Shepperd Conservation Society, dedicada a la preservación de toda clase de vida marina. Watson y Steward tratan de impedir que unos pescadores ilegales mataran tiburones en Costa Rica, pero pronto son envueltos en un incidente internacional. A pesar que el egocentrismo del realizador se interpone en la historia, debo confesar que es un documental con mucha fuerza y mensaje. Y debe ser valorado como tal.